Inmanuel Kant: las condiciones de posibilidad de la ciencia y la metafísica
1Uno de los problemas fundamentales de la filosofía moderna fue el conocimiento. Kant heredará este problema que tomará, en este autor alemán, la forma de tres preguntas: ¿Cómo es posible el conocimiento matemático?; ¿cómo es posible el conocimiento de las ciencias físicas?; y, finalmente, ¿es posible el conocimiento filosófico y si lo es cómo?
Vemos que en el planteamiento del problema hay dos supuestos: primeramente, Kant asume que el conocimiento matemático y físico es un hecho. Piensa el autor ilustrado que las matemáticas han dado muestra de validez desde casi sus inicios, mientras que las ciencias físicas han mostrado su validez sobradamente desde los descubrimientos de Newton. El segundo supuesto del que parte el filósofo alemán, es que la filosofía no ha mostrado validez como conocimiento objetivo y, por tanto, a diferencia de la ciencia, nos podemos plantear si es posible o no tal conocimiento.
La obra más importante de Kant es la “Crítica de la razón pura”, en la parte titulada “Doctrina trascendental de los elementos” encontramos tres apartados que pretenderán responder a las preguntas antes expuesta: la Estética trascendental, que responderá a por qué y cómo es posible el conocimiento matemático; la Analítica trascendental, que analizará las condiciones de posibilidad de la ciencia física; y, por último, la Dialéctica trascendental que trata de dirimir si es posible un conocimiento metafísico o no.
Kant utiliza la palabra “Estética” en su sentido etimológico, es decir, como “sensación”, de tal modo que en la Estética trascendental analizará las formas de la sensibilidad humana. Según el filósofo de Königsberg, los objetos activan los sentidos del hombre y este los intuye en su sensibilidad. Ningún objeto se da fuera de la sensibilidad, podemos entender conceptos sin necesidad de sensibilidad, por ejemplo, el concepto de unicornio puede ser pensado y, en cuanto que es pensado es un concepto; pero el concepto unicornio no es un objeto ya que no es percibido por la sensibilidad. Estos objetos que son procesados por el hombre con la facultad de la sensibilidad son la materia prima de todo conocimiento real.
Todos los objetos que son intuidos por la facultad de la sensibilidad están ubicados en parámetros espacio-temporales. El espacio y el tiempo son como el eje de coordenadas en donde intuimos todas nuestras sensaciones; son, por tanto, intuiciones puras que posibilitan la sensibilidad. Sin espacio ni tiempo no sería posible ninguna intuición sensible ni, por tanto, ningún conocimiento cierto. Frente a Newton, Kant concluye que espacio y tiempo no son realidades absolutas sino que son condiciones de posibilidad de nuestra sensibilidad. En otras palabras, espacio y tiempo son formas que tiene la sensibilidad humana de estructurar sus objetos. No tienen objetividad más allá del acto de intuición sensible, son subjetivas en el sentido de que son fruto de la forma que tenemos los hombres de captar los objetos sensibles, sin embargo, son objetivas en el universo humano, ya que todos los hombres comparten ese modo de intuir los objetos. Las matemáticas son objetivas en ese mismo sentido ya que esa ciencia analiza las intuiciones puras del espacio y tiempo. La geometría analiza la intuición pura del espacio y la aritmética la del tiempo. Por eso no es posible la contradicción en las matemáticas si son bien planteadas, porque tratan de entidades que están en la estructura de la sensibilidad de todos los hombres que son capaces de sensación.
Sin embargo, el hombre no solo comprende el mundo a través de la sensibilidad sino que también gracias al entendimiento es capaz de captar conceptos. De como aprehendemos la realidad a través del entendimiento trata la “Analítica trascendental”. Para Kant la intuición sensible sin entendimiento es ciega y el entendimiento sin la sensibilidad está vacío. Si debe ser posible el conocimiento, debe de proceder de la experiencia pero debe, también, ir más allá de ella.
Por ejemplo, cuando decimos “un hombre empuja una manzana roja al suelo desde una mesa y cae” pensamos que estamos, sencillamente, expresando una experiencia sensible desnuda pero no es así. En esa oración, existen categorías que no nos la dan la sensibilidad desnuda: el concepto de manzana o de hombre, la relación causa efecto (la manzana cae porque la empujan) o la cualidad de la “rojeidad”. Todas esas categorías son impuestas por las estructuras de nuestro entendimiento, del mismo modo que el espacio y tiempo eran impuestos a la intuición sensible por nuestra subjetividad. Si careciéramos de esas categorías, el mundo sería un flujo incesante de sensaciones sin relaciones entre sí; la estabilidad y relación de esas intuiciones sensibles son aportadas por categorías a prioris de nuestro entendimiento. Estas categorías son tan subjetivas y objetivas como las intuiciones puras de nuestra sensibilidad, es decir como el espacio y el tiempo.
Las categorías no aportan conocimiento si no están asociadas a intuiciones sensibles, sin ellas, las categorías se mueven en el vacío estérilmente. El divorcio entre entendimiento y sensibilidad genera ilusiones o reflexiones que pueden o no tener un referente real, pero que al no poderse contrastar carecen de valor cognitivo real. El hombre con las formas subjetivas de la sensibilidad y con las categorías capta el mundo tal y como aparece en su mente, esto es lo que Kant denomina “fenómeno”. El mundo del conocimiento es un mundo fenoménico, pero ese mundo fenoménico debe ser en sí mismo algo distinto a como lo vemos, lo que sea el mundo en sí es inaccesible a la mente humana porque en el momento en el que lo captemos, ese mundo en sí entra en nuestra captación a través de nuestras estructuras mentales subjetivas, es decir como fenómeno. El mundo en sí es denominado por Kant “noúmeno”.
La Analítica trascendental explica, por tanto, como son posible los juicios sintéticos a priori en las ciencias físicas: los conceptos con los que se construyen la ciencia no dependen de la experiencia sino de las formas a priori del entendimiento, sin embargo, precisan de la sensibilidad o experiencia para verificarse.
Pasamos ahora a explicar la “Dialéctica trascendental”. Según Kant el conocimiento humano está limitado por la experiencia, pero la razón del hombre se siente impulsada a ir más allá de la experiencia buscando comprender ámbitos que sobrepasan el conocimiento basado en la sensibilidad. Cuando la razón hace esto produce ideas. Dios, el alma y el mundo son ideas ilusorias que crea la razón pretendiendo unificar lo que conoce. Ni el alma, ni Dios, ni el mundo como totalidad son objeto de experiencia, así que, aunque la razón tienda naturalmente a construir esas ideas, esas ideas no tienen ni pueden tener un referente en la experiencia. En otras palabras, no es posible conocer nada de Dios, ni del yo ni del mundo de modo certero, solo podremos construir conjetura sobre estas ideas. Esto no implica, por ejemplo, que Dios no exista, sino simplemente que no podemos afirmarlo con certeza, es objeto, únicamente de nuestra fe. La filosofía, por tanto, alimenta ese impulso de nuestra razón por crear ideas, es necesaria e inevitable, pero carece de objetividad y no podrá ser nunca verdadera ciencia, toda vez, que los objetos de su reflexión no proceden de la experiencia sino que son meras ideas unificadoras de nuestra razón.
Este trabajo pertenece a «Apuntes para superar el examen PAEG de Historia de la Filosofía de Castilla – La Mancha».
kant
soy estudiante de un profesorado universitario de educacion superior en historia , por la universidad nacional de general sarmiento , buenos aires , argentina , muy instructivo …..