Las raíces de la corrupción
6A bote pronto la palabra corrupción connota negatividad, no obstante a poco que nos paremos a reflexionar sobre la necesidad metafísica o biológica de la corrupción comprendemos que ella es condición necesaria para la manifestación de lo real y la continuidad de la vida. Ciertamente, la corrupción y caída de los imperios es lo que permite que formas esclerotizadas de organización social den paso a cuerpos políticos nuevos. No podemos evitar, por nuestra propia constitución psicológica asociar la destructividad a lo no deseable. Sin embargo, es imposible el nacimiento de nuevos seres vivos sin la muerte y putrefacción de otros organismos. La corrupción es una forma de destructividad pero no la única, la disolución de un orden dado puede devenir no solo por una disolución paulatina sino también gracias a un golpe fulminante que lo aniquile. El rayo (fulmen) es el símbolo más habitual de este modo de destructividad frente al fruto que se mustia o el estiércol que simbolizan la consunción paulatina de la materia. Es curioso observar como aún cuando el hombre de a pié rechace psicológicamente la destructividad en sí misma, muestra un mayor rechazo a la destrucción corruptora que al aniquilamiento súbito. El rayo, el incendio, el tsunami o el estallido de un volcán son eventos aterradores, sin duda, pero que no dejan de contener cierta carga estética en la categoría que los filósofos han denominado de lo “sublime”. Por contra, la putrefacción, la lenta agonía y la decadencia no solo nos aterran sino que, sobretodo, nos generan repulsión. Las razones anímicas de esta preferencia pertenecen a un campo que trasciende la filosofía profana.
No quiero hacer una análisis ontológico ni psicológico de la corrupción, me contento con analizar someramente los síntomas internos de la corrupción social que afecta a numerosos grupos humanos del planeta. Hablo de síntomas internos en contraposición a síntomas externos para distinguirlos de lo que habitualmente se conoce como “corrupción política”. Neciamente muchos intelectuales cargan las tintas contra la corrupción de las élites políticas y económicas sin apercibirse que tal corrupción es un mero síntoma externo de una corrupción más profunda que aqueja a una sociedad dada. Es absurdo pensar que un pueblo de almas libres y nobles sean gobernados por una élite extractiva que llega a una posición de preponderancia gracias a un azar del destino y que desde allí se aprovecha de la bohomía y pureza del resto. Si fuera posible una situación como la descrita la masa ciudadana en plenitud de su virtud cívica combatiría a tal gobierno corruptor sin cuartel, y no es precisamente eso lo que vemos en las sociedades con un alto índice de corrupción económica y política. Luego concluyo, como muchos otros han hecho antes ya, que existen políticos y plutócratas corruptos porque existen masas corrompidas y que las segundas son condición de posibilidad de los primeros.
Así pues, entiendo por síntomas internos de corrupción social los modos de relación humana que se dan como normales en una masa corrupta aún cuando tales actitudes sean potenciadores de la disolución del colectivo. En primer lugar he observado que en las masas corruptas se entiende como natural que el interés del pequeño grupo es prioritario frente al colectivo total. Es decir, el gremialismo ya sea ideológico o de otro tipo de afinidad es un síntoma recurrente en toda sociedad corrupta. La unión entre personas no se hace en aras de un bien que vaya más allá de los intereses de ese grupo concreto sino que busca su beneficio gremial aún cuando sea en contra del bien común. Así los pequeños grupos, como buitres que se abalanzan a la carroña, consumen el cuerpo social y lo agotan con una continuada porfía filistea en donde se buscan beneficios a corto plazo sin tener en cuenta las consecuencias que esa depredación tendrá en un largo periodo de tiempo. Pondré un ejemplo de lo que digo. Hace unos meses comenté a un amigo la sorpresa que me generaba que un padre a sabiendas que su hijo había cometido un acto reprobable del que muchos habían sido testigos fuera al centro educativo a sostener que su hijo era inocente. Tal sujeto no era un necio luego concluí que era un cínico que no comprendía que si su hijo no era corregido por su actitud sería tanto como enseñarle que merced a la mentira y la desvergüenza se puede salir impune cuando se comete un error. Sostenía ante mi interlocutor que qué clase de padre es ese que le niega a su hijo el derecho a ser corregido y enmendado; a lo que me contestó que al fin y al cabo era su padre y la función del padre es, obviamente, defender a su hijo. Yo seguí con mi diatriba e intenté hacer ver que no era así sino que la función de un padre es educar y mejorar a su hijo, hacerle entender que en esta vida quien comete un error debe pedir disculpas y aprender de él. Aún cuando creí que en la disputa llevaba razón, obviamente después me apercibí que no era así. Es efectivamente un síntoma claro de corrupción social el que cuando un alumno es reprendido, un padre exculpe o minimice la falta ya que la idea que subyace a esta anécdota es que priman los vínculos de sangre que unen a la familia ante los vínculos morales que sostienen a la sociedad. Este tipo de ideología permea y corrompe a nuestra sociedad y no solo se da en la familia sino también en sindicatos, sectas religiosas, agrupaciones profesionales, etc. Poner las miras en un bien que vaya más allá del pequeño grupo, buscar unos valores o ideas que aglutinen a toda la masa social, a cuanto más gente mejor, aún a costa de la propia comodidad o la de mi pequeña provincia ha sido el motor para el crecimiento moral de la humanidad y ha extendido los vínculos humanitarios entre los individuos por grandes que fueran sus diferencias. Tales miras parecen hoy olvidadas, propias de ilusos soñadores.
Además de lo anterior, otro síntoma que considero revelador de un estado de corrupción de las masas es la normalización del clientelismo como forma de ejercer el poder. En una agrupación humana en la que un líder debe delegar su poder en subalternos ¿cómo los elegirá? Idealmente seleccionará a personal competente para realizar la tarea ya que eso beneficiará al grupo y la sabia elección de esos subalternos fortalecerá su liderazgo. Este tipo de liderazgo se ha dado y se da, no es la entelequia de una mente ociosa; en el campo empresarial, político o militar encontramos personajes que mostraron su habilidad no solo con su carisma o valor sino por su intuición para seleccionar a los mejores para que le ayudarán en su empresa. Frente a este tipo de liderazgo se encuentra en liderazgo clientelar en donde uno selecciona subalternos suficientemente dóciles para que no supongan una amenaza a medio plazo y a los que hace sentir atados a su liderazgo por vínculos clientelares. Es decir, el subalterno se siente en deuda con su superior y, por tanto, su principal tarea será congraciarse con él y halagarle. El subalterno siente que su puesto no es fruto de su propia valía sino que depende de una voluntad a la que no debe contrariar. De este modo el liderazgo no se ejerce de manera expansiva sino conservadora, pero la conservación es el preludio del declive, así cuando en un grupo humano dado se normaliza que en las relaciones de preeminencia no se asciende por virtud propia sino por capacidad de devolver favores, tal grupo humano siembra una corrupción que acaba afectándolo hasta propiciar su propia disolución.
Ahora, observemos cualquier sociedad corrupta; observemos a la casta opresora de políticos y plutócratas ¿no caen en el gremialismo partidista, no se enfanga en inconfesables redes clientelares? Pero si nos detenemos ahí pecamos de parcialidad porque indefectiblemente cuando observemos esas flores corruptas en la cúspide social, en las raíces también percibiremos el mismo olor nauseabundo en nada distinto.
Interesante escrito. Estoy en la consecución de información sobre corrupción para mi TFM en la Complutense. Su postura sobre la corrupción endémica a la sociedad me llamó la atención. Pregunta: ¿Por qué el anonimato de este blog?, ¿Tiene usted publicado en una revista, libro o texto académico su postura y análisis sobre la corrupción?, ¿Quién es CIUDADANO 014-Q?
Hola Jhonn, gracias por tu interés. En el apartado «Sobre mí» encontrarás algunos datos sobre el autor. Personalmente prefiero el anonimato porque no importa quién diga tal o cual cosa sino lo que se dice en sí.
Un saludo
Creo que tienes un fan, y sí soy yo, me encantaría ponerme en contacto contigo, intercambiar ideas y opiniones todas esas cosas que se suponen hacen los intelectuales aunque yo no tenga nada de intelectual ni tú la más mínima intención de ponerte en contacto conmigo, de igual forma tienes un admirador ya sabes.
Un fan es un fan una persona que quiere mas ideas que no son propias no se que es
Buenas su blog me parece muy interesante y quería dejar un comentario sobre este articulo pese a no tener la formación que tiene su autor.
Leyendo el articulo casi parece que se culpe a los sindicatos y similares de ser los culpables de la corrupción , cosa en la que no estoy para nada de acuerdo.
me gustaría recordarle el autor que la necesidad de sindicarse del obrero de a pie nace de la imposibilidad de defenderse individualmente de la explotación de un patrón. Sin la fuerza del numero el trabajador quedaría totalmente a merced de los caprichos del empresario .
y si alguien argumenta que es el estado quien se debe encargar de defender los derechos de todos los ciudadanos, a la vista esta que muchos estados no lo hacen si no mas bien defienden a las empresas.
Además de recordar que los derechos que hoy gozamos son gracias a la lucha obrera y sindical , sin la que nunca abrían existido.
En cuanto lo que dice del rechazo a la corrupción, es obvio que todos preferimos una muerte rápida a una larga agonía.
Yo tambien te admiro, y admiro mas tu sencillez y humildad. Gracias por todo!