¿Por qué las cosas valen lo que valen? Escasez, utilidad y trabajo
1La cuestión de por qué las cosas tienen el valor que tienen o qué significa realmente la palabra “valor” son problemas que han ocupado la mente de los economistas desde el origen de su disciplina. ¿Por qué el dinero, el oro o el trabajo de un futbolista de élite tienen tanto valor? Un billete, al fin y al cabo, es solo un pedazo de papel, el oro un metal con utilidades menos esenciales que, por ejemplo, el acero; finalmente, ¿cómo es posible que un futbolista gane miles de veces más que un médico el cual realiza una actividad objetivamente útil? Recopilando las teorías económicas más al uso intentaremos responder a estas cuestiones.
Tres elementos son fundamentales para definir el valor de un producto o una actividad: la escasez, la utilidad y el tiempo de trabajo preciso para generar un producto o perfeccionar una habilidad. Es muy inusual que algo adquiera valor solo por uno de estos elementos, los tres o, al menos, dos de ellos son los que dan valor a una cosa. El valor también está determinado por el contexto; por ejemplo, el agua tendrá siempre una alta utilidad pero su valor dependerá de su escasez, de si estamos en un desierto o en una ciudad lacustre.
Que la escasez es esencial para determinar el valor de algo se entiende de suyo. Algunas piedras preciosas carecen, prácticamente, de utilidad objetiva pero si son raras de encontrar adquieren rápidamente un valor subjetivo precisamente por su extrañeza. Casi cualquier objeto o producto raro y poco abundante puede ser dotado de valor subjetivo como símbolo de prestigio social o modo de acumular valor monetario. Así, por ejemplo, las conchas o el oro fácilmente se transforman en joyas o dinero si en el contexto en el que nos movemos esos productos son escasos. En un mundo en donde el suelo en vez de estar formado por arena estuviera hecho de diamantes, estos no tendrían valor alguno.
La escasez también explica los sueldos exorbitantes de los deportistas de élite. Cualquiera puede dar una patada a un balón pero pocos pueden manejarlo con el tino y el sentido estratégico de los futbolistas famosos. Aunque un arquitecto realice una actividad objetivamente más útil que un deportista, también es cierto que existen más arquitectos medios que jugadores de fútbol excelentes. Lógicamente el valor de la actividad que realiza el deportista no solo es escasa sino que está dotada de valor subjetivo en nuestra sociedad, podemos decir que tal actividad es socialmente valiosa como medio de entretenimiento. Aunque ciertas capacidades sean escasas no por ello implican que estén dotadas de valor; si alguien es capaz de empuñar una espada con especial destreza el valor de esa actividad estará fuertemente influenciado por la utilidad que esa destreza tenga en un determinado entorno. Lo entendemos con el ejemplo del futbolista, en una sociedad en donde el deporte predominante sea otro diferente al fútbol el valor de un jugador de élite disminuirá enormemente.
Otro factor para dotar de valor a las cosas es la utilidad. Existen cosas que poseen una utilidad objetiva como el agua, el aire, el alimento… y otras que tienen un grado de utilidad más subjetivo. ¿Qué actividad es más objetivamente útil la del campesino y el ganadero o la del concertista renombrado? Para la satisfacción de las necesidades primarias sin duda son más útiles los primeros pero el valor monetario que nuestra sociedad da a la actividad de un agricultor es mucho menor que la que supone en un violonchelista excepcional. Pero es que el valor de este último no solo se basa en la utilidad objetiva sino en una valoración social; además, existen muchas personas capaces de trabajar de jornaleros y pocos capaces de tocar un instrumento con alta maestría, esto nos remite, de nuevo, a la escasez como elemento que considerar para sopesar el valor de las actividades del trabajador del sector primario y del músico insigne.
La idea de que la utilidad sea un factor que determine el valor de una actividad o producto ha sido rechazada por múltiples economistas. Ciertamente el concepto de utilidad es sumamente evanescente y algunos lo tachan de metafísico. Nada hay más valioso que el aire pero ¿quién lo valora? ¿Qué precio tiene? Valor objetivo, utilidad y valor monetario acaban por confundirse y no nos lleva a ninguna conclusión clara; sobre todo si tenemos en cuenta que excepto las cosas que satisfacen las necesidades más primarias como el hambre, la sed, la respiración, el mantenimiento de la temperatura corporal y algunas más, la mayoría de las cosas útiles tienen un carácter fuertemente subjetivo. En cualquier caso si el aire a día de hoy tiene valor es, como dijimos, por su utilidad y si no es valorado es, precisamente, por su abundancia y facilidad de acceso.
Por último, según los partidarios de la teoría del valor-trabajo el valor de una mercancía o actividad se mide por el tiempo de trabajo invertido en ella. Una joya puede poseer un determinado grado de utilidad subjetiva y estar realizada con un material escaso pero lo que hace que valga tanto es el tiempo de trabajo invertido en ella. El tiempo de trabajo no es solo las jornadas que el joyero ha gastado en elaborarla sino también el tiempo que se ha tardado en encontrar el material precioso, extraerlo y transportarlo. Los partidarios más acérrimos de esta teoría asumen que la escasez y la utilidad son accidentales o irrelevantes para determinar el valor de un objeto. El agua si es escasa tiene que ser traída de más lejos lo que implica tiempo de trabajo en su acarreamiento manual o tiempo de trabajo en forma de obras de ingeniería y mantenimiento de infraestructuras. El aire carece de valor económico porque no se precisa trabajo para disfrutar de él.
Algunas profesiones tienen un mayor valor y mejor remuneración por diversas razones como se ha analizado más arriba, pero también porque su aprendizaje requiere mayor o menor tiempo de preparación. Un peón de albañil y un ingeniero son igualmente necesarios en la construcción de un puente; pero mientras que el ingeniero precisa un largo periodo de estudio y preparación para llegar a serlo, el peón no. El tiempo de vida invertido en ser capaz de desarrollar una actividad, como una profesión, o en generar un producto, serían, por tanto, elementos esenciales para determinar su valor.
Escasez, utilidad y tiempo de trabajo parece que son los elementos que determinan el valor de algo. No podemos establecer el valor de una actividad, mercancía o materia prima simplemente con uno de los tres. ¿Por qué hoy vale el petróleo lo que vale? Si es escaso valdrá más, si es necesario y útil para realizar tareas productivas ocurrirá lo mismo, finalmente, cuanto más tiempo y esfuerzo conlleve su extracción y transporte más valor tendrá. En definitiva, aún cuando el contexto y la subjetividad social influyan en el valor de algo, también es cierto que prácticamente cualquier producto o actividad adquiere valor por los factores analizados.
Muy buem dato,te la mamaste,lo disfrute mucho.