«JUNTOS. Cómo las cooperativas resisten mejor la crisis». Responsabilidad y disenso en el movimiento cooperativista
0El documental “JUNTOS. Cómo las cooperativas resisten mejor la crisis” nos muestra cuatros interesantes experiencias cooperativistas en Europa: una fábrica de agua mineral en Polonia que hizo frente exitosamente al colapso del comunismo; una empresa metalúrgica francesa que azotada por la crisis se transformó en cooperativa; un consorcio de cooperativas que provee de cuidado y ofrece trabajo a personas desfavorecidas en Milán; y la corporación vasca Mondragón que agrupa a diversas cooperativas.
JUNTOS. Cómo las cooperativas resisten mejor a la crisis from Cicopa Coop on Vimeo.
El vídeo ha sido producido por CECOP – CICOPA Europe, por tanto es lógico que se intente mostrar la cara amable de la experiencia cooperativista. Teniendo en cuenta lo anterior, el documental nos permite conocer de primera mano otra alternativa de organización empresarial distinta a la ordinaria. Según el documental, la fortaleza de las empresas cooperativas se funda en una fuerte implicación de los trabajadores en el desarrollo y mantenimiento de las actividades productivas de la empresa. Mientras que en las empresas capitalistas, es decir aquellas donde un individuo o grupo pone la inversión y los trabajadores son meros asalariados, el obrero es elemento pasivo e intercambiable dentro de la maquinaria empresarial; en el cooperativismo, al menos idealmente, el trabajador tiene un papel activo en la toma de decisiones de su propia empresa. La capacidad de decidir del trabajador tiene una contrapartida: es él mismo el que toma las decisiones conjuntamente con sus compañeros, por lo tanto, son ellos mismos los beneficiados o perjudicados por tales decisiones. Estableciendo una relación directa entre nuestros actos y sus consecuencias surge el sentimiento de responsabilidad (1); por tanto, la implicación activa de los trabajadores en el desarrollo de la actividad productiva y la toma de decisiones, fomenta que el socio cooperativista se responsabilice de su trabajo y exija a sus compañeros la misma responsabilidad. Por contra, en la empresa capitalista el trabajador sufre las decisiones de otros (expedientes de regulación de empleo, deslocalizaciones, venta de la empresa…) sin capacidad para que su voz sea escuchada o determine el curso de la acción; por ello, la empresa capitalista puede inducir fácilmente que tanto el obrero como el directivo se enajenen de su responsabilidad como creadores de riqueza social y se enroquen en un individualismo estrecho de miras. En una situación de crisis, es fácil entender que esto sea una ventaja considerable para las empresas cooperativistas.
Pero además de ventajas, el sistema cooperativista posee debilidades que, lógicamente, no aparecen en el vídeo que comparto con el lector. Cualquier sistema de toma de decisiones asambleario debe aprender a administrar el disenso como parte del proceso de construcción colectiva y no como principio de disolución. La soberbia humana tiende a hacernos creer que aquel que no piensa como nosotros no solo está en un error sino que es una amenaza para nuestras certezas y, por tanto, para nosotros mismos. En las asambleas de las cooperativas seguro que también aparecen posiciones encontradas con la mayoritaria o diversas opiniones dispares ¿cómo se conceptualiza el disenso dentro del cooperativismo? Aunque podemos entender la oposición a nuestras opiniones como una amenaza, también podemos ver esa oposición como una posibilidad de reconstruir nuestras certezas dialógicamente. No hay mejor manera de afilar nuestras opiniones y verdades que contrastándolas con nuestros opositores, pero el disenso no debe ser asumido solo como crítica sino también, y sobretodo, como autocrítica. ¿Hasta que punto el cooperativismo ha sido capaz de asumir positivamente el disenso dentro de sus estructuras? Si los seres humanos fuéramos meramente seres racionales la discrepancia estaría contenida dentro de unos márgenes asfixiantes; como individual y colectivamente somos muchas más cosas que seres dotados de razón, es normal que las motivaciones para el disenso no siempre sean racionales en sentido estricto; el deseo de brillo personal o lucro, la comodidad, etc. pueden ser también motivaciones para el desacuerdo ¿de qué manera evitan las cooperativas que el conflicto espurio contamine la convivencia y la toma de decisiones? ¿Hay realmente “conflictos espurios” o todo conflicto no es más que una manifestación de lo que es? Ya mostró Homero que también Tersites tenía derecho a hablar en la asamblea de jefes aqueos y que sus palabras, en cierta medida, no eran carentes de verdad. ¿Han sido capaces de comprender los movimientos cooperativistas que la divergencia en modos de pensamiento no implica, necesariamente, divergencia en los modos de actuar ni en los fines perseguidos? Plantear estas cuestiones podría matizar la imagen idealizada del cooperativismo que presenta el vídeo, no obstante, son cuestiones fundamentales para evaluar el potencial de este sistema de organización productivo.
Nota:
(1) En efecto, si alguien comete un error pero no sufre las consecuencias de su falta, tal sujeto vive extrañado de su propia acción y, por tanto, carece de libertad. Extrapolando este concepto de responsabilidad laboral al ámbito político y analizando la actualidad bajo ese prisma podemos llegar a conclusiones “radicales”. En el estado español, la impunidad y el no asumir las consecuencias de los propios errores se ha convertido en el rasgo distintivo de la mayoría de los políticos. Cuando los indultos se conceden con tanta parcialidad y ningún poderoso pasa a prisión por sus desmanes, es fácil comprender que este sistema estatal se asienta en la irresponsabilidad tanto de políticos como de la masa que no asume el deber inexcusable de luchar contra la opresión. En este sentido se puede afirmar que vivimos en un sistema político y una sociedad sustancialmente corrompidos.