III.0 Introducción
0Durante mi época de estudiante en el instituto y posteriormente, como profesor de educación secundaria, he ido observando ciertas disfunciones que afectan esencialmente a la calidad de nuestra educación a todos los niveles (primario, secundario y superior). Estas disfunciones impiden el pleno desarrollo intelectual, afectivo y vocacional tanto de los alumnos como de los docentes; en algunos países más avanzados ya se han dado pasos decisivos para solventar estos problemas que, enraizados en las bases de nuestro sistema, nos lastran humana y productivamente. El informe PISA y el alto nivel de abandono escolar que se da entre nuestros adolescentes son síntomas de un sistema educativo insuficiente que se ha transformado en un impedimento, en vez de un apoyo, para el desarrollo de nuestra sociedad.
Puede parecer que en la actual situación de crisis hablar de reformar el sistema educativo es una frivolidad. Nada más lejos de la realidad. Solo podremos entender como la sociedad española ha llegado a la actual situación de corrupción cívica, política y económica, si analizamos las causas de esta degeneración. Una de las causas más relevantes de esta situación es la existencia de amplias capas de la población que nunca han conocido una educación integral y ciudadana. Si es preocupante cómo hemos llegado hasta aquí, mucho más preocupante es cómo podremos salir de este entuerto que algunos llaman crisis y otros estafa; creo que a medio y largo plazo la estructura de nuestro sistema educativo será decisiva para definir nuestro futuro. Oscuro futuro si las únicas reformas que se hacen consisten en aumentar las ratios del bachillerato hasta los cuarenta alumnos, incrementar las horas lectivas de los profesores y maestros o aniquilar cualquier apoyo a la diversidad. Pero ni estas negras tormentas que anuncian tan horrible mañana para los más jóvenes, y por extensión para nuestra sociedad, nos deben arrebatar nuestro derecho a soñar con un porvenir mejor para todos. Hay esperanzas, posibilidades y alternativas a los actuales recortes, pero a los gestores de la opresión no les interesa una ciudadanía educada en el amor a la razón y socialmente comprometida con la justicia; porque se mantienen en el poder gracias a la vergonzosa ignorancia con la que han envenenado a su pueblo, veneno que, inadvertidamente, se ha extendido a la mayor parte de la casta despótica, anunciando su pronto fin.